domingo, 4 de mayo de 2014

Carrusel

Un carrusel.

¿Qué es un carrusel, te preguntas?
Simplemente has de saber que solo gira y gira. Nunca para quieto. Es de estas cosas que una noche te quedas contemplando hasta que ante tus ojos solo hay una orgía de luces sin sentido ni patrón en las que te encuentras sumergido. Eso es para mí un carrusel.

Nunca tuve suerte. No fui uno de esos niños a los que les gustara sino mirar lo que otros hacían, y desde entonces hasta ahora, me dediqué a contemplar. Excepto una vez.

Recuerdo cuando la conocí. Recuerdo que hasta un buen rato después no me percaté que ella estaba allí, pero desde ese momento, me abandoné a mí mismo. No sé si conocéis esta sensación de mareo y agobio que de repente invade todos tus sentidos y te embota las aptitudes comunicativas. Es como vivir en tu propia burbuja, salvo que nadie más conoce la existencia de semejante estructura esférica. Pues bien, este ha sido mi estado desde ese momento. Un perfecto carrusel de emociones. Sé que puede parecer un tópico, y de hecho lo es, pero esto no le resta importancia. ¿Pensáis que esto es el problema? Ilusos. El problema llegó cuando ella me conoció a mí.

Pensaréis que estoy siendo repetitivo, y que cuando yo conozco a alguien, obviamente la otra persona me conoce en el mismo momento, pero esto va más allá. Mucho más.
Cuando alguien te conoce, se le concede la posesión de una parte tuya. ¿El peligro? Que esta parte que entregas convierte a su dueño en juez sobre tu manera de ser, de pensar y de sentir. Y este fue, quizás, mi error: no dar sólo una parte. Entregarlo todo. 

¿Todo? Y por eso me marché. Huí. Sé que es de cobardes, pero ¿qué le queda a un ser humano si le quitas su ser? El humano. Obviamente, te queda el humano, y los humanos somos cobardes. Simplemente no podía seguir estando donde estaba ella. Significaba saber que existía y era demasiado. Y por eso me fui, de hecho, muy lejos. Ahora no sé si esto de verdad ha pasado, o solo es el reflejo
de lo que un día quise ser y no pude, o simplemente una ilusión de un alma perdida, pero aquí me hallo, en solitario, observando ese carrusel imparable, repasando recuerdos de la vida que una vez tuve, no muy distinta de los sueños que ahora pueblan mis noches.

¿Noches? No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero espero que me haya venido a ver. Me refiero a ella por supuesto. Tengo la esperanza de que haya flores, o quizás alguna lágrima derramada sobre el suelo bajo el que fui enterrado, y creo que de alguna manera, así es, porque siento su calor. Y espero que ella pueda vivir la vida que a mí me fue arrebatada por mí mismo, mi propio tirano. Yo, mientras tanto, contemplo este carrusel. Me vuelven a invadir las gamas y me desvanezco, y no percibo el paso del tiempo.

¿Tiempo?

2 comentarios: