Dicen que la luz destruye las
tinieblas. Sin embargo, cuando un rayo de luz se pierde en la oscuridad, en la
nada, solo siente frío. Frío y muerte.
En el principio, era la nada. El sueño, el orden sin construir. En el
principio era la paz. Era lo onírico. En el principio no había luces ni
sombras. En el principio sólo una mente durmiente, cuyos sueños recorrían
dimensiones, universos, espacios muertos y sin vida, llenándolos de movimiento
y vibración. Llenándolos de tiempo.
En el principio era el Sueño.
Allí en la nada, antes de los tiempos de nuestros padres, un ser, un
ente glorioso a quien llaman Demiurgo, descansaba sin ser perturbado. Se
encontraba sumido en un eterno sueño de grandeza, que invadía todo el espacio
vacío y yerto.
El Demiurgo era conocedor del todo, y su mente estaba activa dentro
del sueño, creando y destruyendo realidades. Construyendo estructuras llenas de
vida y quebrantando sistemas con un solo pensamiento.
Todo esto era en la mente del Demiurgo, mas hubo un tiempo en el cual
los sueños de este fueron perturbados. Demiurgo conocía la luz, aún sin haber
sido creada, y conocía las tinieblas, que aún no existían.
Estas ideas convivían en la mente del Demiurgo, separadas por dimensiones.
Por enormes espacios vacíos en aquella mente durmiente, sin embargo, del sueño
surgió hacia fuera la luz. La luz fue liberada del sueño, siendo libre de la
mente del Demiurgo, y la luz iluminaba la Nada. La Nada fue invadida por el
resplandor de la nueva luz naciente, que
surgió de la mente del Ser Soñante con un resplandor cegador que pareció inundar
la nada de una melodía inaudible, que susurraba paz y anunciaba el inicio.
Y esta luz fue llamada Satiria.
Pero otro de los sueños del Demiurgo fue perturbado, surgiendo de
entre las dimensiones, hasta abrirse camino hacia el exterior de la mente del Ser
Soñante.
Este pensamiento; este sueño, oscurecía todo lo que estaba iluminado
por Satiria. Rompía todos los lazos entre las partículas de luz que eran
emitidas por Satiria, y oscureció la nada, aislando a Satiria en su propio
resplandor.
Y esta oscuridad, fue llamada Gehenna.
Y sintió Satiria a Gehenna, y Gehenna sintió a Satiria, y hubo en ese
momento una vibración en la Nada mucho mayor de lo que jamás produjeron los
Sueños del Demiurgo, y ambas sabían que se amaban desde antes de sentirse la
una a la otra. Desde antes de ser ideas en la mente del Ser Soñante.
Y Satiria fue en busca de Gehenna, y Gehenna fue en busca de Satiria,
pero al encontrarse y al tocarse, una perturbación surgió, que estremeció todo
lo conocido, y que hizo temblar las propias estructuras de los sueños del
Demiurgo.
Satiria y Gehenna se alejaron la una de la otra, necesitándose, temiéndose;
amándose y odiándose, pues para ellas, estos sentimientos eran nuevos y para
nada contrarios.
Gehenna deseaba a Satiria, y se aproximó a ella con lentitud, rozando
sus rayos, que invadían todo su alrededor.
Satiria alzaba su rostro, temblando, sintiendo a Gehenna acercarse,
preparando su cuerpo para la llegada de su compañera, que sería fría y
dolorosa. Pero cuando ambas se juntaron, una chispa de dolor brotó del nexo que
las unía, perforando la necesidad y el amor que la una sentía por la otra,
sabiendo ambas, que no podrían estar juntas. Que una necesitaba morir para que
la otra viviese.
Y fue en este tiempo, en el que empezó la contienda llamada Alpha, que
duraría hasta el fin de los días.
Un rayo de luz atravesó a Gehenna, la cual no pudo responder con
antelación a la llegada de tan devastador ataque.
Herida, Gehenna empezó a convulsionar y a retorcerse, aumentando de
tamaño, según Satiria temía y menguaba, y Gehenna envolvió a Satiria,
encerrándola en una cárcel de tinieblas.
Sin embargo, Satiria, encerrada, ardió de rabia y lanzó un rugido
desgarrador, del que surgieron fuego y llama, que rompió el cautiverio y rasgó
el poder de Gehenna, que quedaría sumisa a los rayos de Satiria.
El Fuego, que fue creado durante la grandiosa contienda, consumió una
gran parte de los sueños del Demiurgo, devastando y a la vez liberando muchos
más pensamientos que yacían encerrados en el mundo onírico.
Y de estos sueños surgieron grandes corrientes de Agua, guiadas por
una fuerza aterradora e invisible llamada Viento, que con gran furia
extinguieron gran parte del poder del Fuego, formando una vasta extensión de
fuerza, contraria a la nada. Esta gran fuerza nuevamente surgida, llevaba el
nombre de Tierra.
Estas cuatro grandes fuerzas, surgidas de la contienda que aún
mantenían Satiria y Gehenna, formaban el Todo. Un desorden infinito, dominado
por el odio y la contienda, que crecía y crecía, invadiendo la Nada, según todas
estas fuerzas mantenían batalla los unos contra los otros, creando y
destruyendo a placer. Formando maravillas y construyendo calamidades, luchando
y alimentando las fraguas de la creación. Y este gran desorden tuvo por nombre
Khaos, y con este, nació el Tiempo.
Y fue Khaos el campo de batalla de Satiria y Gehenna, que luchaban,
debilitadas, con el objetivo de mantener su propia fuerza sobre la fuerza opuesta.
El amor había desaparecido y sólo quedaba el sabor de la destrucción y del
odio.
Satiria envolvió a Gehenna con toda su luz, y Gehenna quedó
debilitada, casi muerta, sin poder reaccionar. La luz invadía todo Khaos y
hacía todo visible, manchado por los rayos que iluminaban ahora la faz de lo
conocido.
Gehenna parecía casi destruida, y para cuando Satiria calmó su ira, la
oscuridad de Gehenna se ocultó en los rincones más inhóspitos de Khaos,
reinando en los abismos. En los lugares donde Satiria y su luz no podían
entrar.
El odio que alimentaba la batalla creacional, seguía siendo el
incentivo de Satiria para buscar a Gehenna y destruirla, pero nunca pudo encontrarla,
ya que, siempre que Satiria se acercaba, Gehenna se escondía.
Y fue Gehenna adquiriendo fuerza y poder, pero permaneció escondida,
hasta que dominó todas las cavidades y grietas. Todos los abismos fueron suyos,
y todo lo desconocido y oscuro fue en este tiempo reino de Gehenna. Todo lo
frío, lo muerto, pertenecía a Gehenna, mientras que la superficie de Khaos y
todo su brillo, pertenecían a Satiria.
Gehenna ganó tanto poder, que llegaba incluso a herir a Satiria cuando
esta intentaba introducirse en los dominios oscuros, debilitándola e
hiriéndola.
Y es por esto, que Satiria y Gehenna nunca desean encontrarse. Es por
ello que una muere cuando la otra se acerca. Es por ello que el amor entre luz
y oscuridad nuca pudo ser posible, y es por ello que el dolor del odio y de la
pérdida separa el mundo conocido, Khaos, en aquello que pertenece a la luz, y
los dominios de las tinieblas.
Y fue Khaos un universo desordenado y en batalla, dominado por luz y
sombra por mucho tiempo, hasta el glorioso momento en que un Ser Soñante
despertaría, y sus ideas y sueños con él, organizando todo Khaos y creando un
orden, en el cual reinarían Satiria y Gehenna, iluminando y oscureciéndolo
todo, produciendo calma y miedo, mostrando sus fortalezas y debilidades, hasta
el fin de los tiempos.