lunes, 30 de marzo de 2015

Satiria y Gehenna

Dicen que la luz destruye las tinieblas. Sin embargo, cuando un rayo de luz se pierde en la oscuridad, en la nada, solo siente frío. Frío y muerte.

En el principio, era la nada. El sueño, el orden sin construir. En el principio era la paz. Era lo onírico. En el principio no había luces ni sombras. En el principio sólo una mente durmiente, cuyos sueños recorrían dimensiones, universos, espacios muertos y sin vida, llenándolos de movimiento y vibración. Llenándolos de tiempo.
En el principio era el Sueño.

Allí en la nada, antes de los tiempos de nuestros padres, un ser, un ente glorioso a quien llaman Demiurgo, descansaba sin ser perturbado. Se encontraba sumido en un eterno sueño de grandeza, que invadía todo el espacio vacío y yerto.
El Demiurgo era conocedor del todo, y su mente estaba activa dentro del sueño, creando y destruyendo realidades. Construyendo estructuras llenas de vida y quebrantando sistemas con un solo pensamiento.
Todo esto era en la mente del Demiurgo, mas hubo un tiempo en el cual los sueños de este fueron perturbados. Demiurgo conocía la luz, aún sin haber sido creada, y conocía las tinieblas, que aún no existían.
Estas ideas convivían en la mente del Demiurgo, separadas por dimensiones. Por enormes espacios vacíos en aquella mente durmiente, sin embargo, del sueño surgió hacia fuera la luz. La luz fue liberada del sueño, siendo libre de la mente del Demiurgo, y la luz iluminaba la Nada. La Nada fue invadida por el resplandor de la nueva luz naciente,  que surgió de la mente del Ser Soñante con un resplandor cegador que pareció inundar la nada de una melodía inaudible, que susurraba paz y anunciaba el inicio.
 
Y esta luz fue llamada Satiria.

Pero otro de los sueños del Demiurgo fue perturbado, surgiendo de entre las dimensiones, hasta abrirse camino hacia el exterior de la mente del Ser Soñante.
Este pensamiento; este sueño, oscurecía todo lo que estaba iluminado por Satiria. Rompía todos los lazos entre las partículas de luz que eran emitidas por Satiria, y oscureció la nada, aislando a Satiria en su propio resplandor.

Y esta oscuridad, fue llamada Gehenna.

Y sintió Satiria a Gehenna, y Gehenna sintió a Satiria, y hubo en ese momento una vibración en la Nada mucho mayor de lo que jamás produjeron los Sueños del Demiurgo, y ambas sabían que se amaban desde antes de sentirse la una a la otra. Desde antes de ser ideas en la mente del Ser Soñante.
Y Satiria fue en busca de Gehenna, y Gehenna fue en busca de Satiria, pero al encontrarse y al tocarse, una perturbación surgió, que estremeció todo lo conocido, y que hizo temblar las propias estructuras de los sueños del Demiurgo.
Satiria y Gehenna se alejaron la una de la otra, necesitándose, temiéndose; amándose y odiándose, pues para ellas, estos sentimientos eran nuevos y para nada contrarios.

Gehenna deseaba a Satiria, y se aproximó a ella con lentitud, rozando sus rayos, que invadían todo su alrededor.
Satiria alzaba su rostro, temblando, sintiendo a Gehenna acercarse, preparando su cuerpo para la llegada de su compañera, que sería fría y dolorosa. Pero cuando ambas se juntaron, una chispa de dolor brotó del nexo que las unía, perforando la necesidad y el amor que la una sentía por la otra, sabiendo ambas, que no podrían estar juntas. Que una necesitaba morir para que la otra viviese.

Y fue en este tiempo, en el que empezó la contienda llamada Alpha, que duraría hasta el fin de los días.

Un rayo de luz atravesó a Gehenna, la cual no pudo responder con antelación a la llegada de tan devastador ataque.
Herida, Gehenna empezó a convulsionar y a retorcerse, aumentando de tamaño, según Satiria temía y menguaba, y Gehenna envolvió a Satiria, encerrándola en una cárcel de tinieblas.
Sin embargo, Satiria, encerrada, ardió de rabia y lanzó un rugido desgarrador, del que surgieron fuego y llama, que rompió el cautiverio y rasgó el poder de Gehenna, que quedaría sumisa a los rayos de Satiria.

El Fuego, que fue creado durante la grandiosa contienda, consumió una gran parte de los sueños del Demiurgo, devastando y a la vez liberando muchos más pensamientos que yacían encerrados en el mundo onírico.
Y de estos sueños surgieron grandes corrientes de Agua, guiadas por una fuerza aterradora e invisible llamada Viento, que con gran furia extinguieron gran parte del poder del Fuego, formando una vasta extensión de fuerza, contraria a la nada. Esta gran fuerza nuevamente surgida, llevaba el nombre de Tierra.

Estas cuatro grandes fuerzas, surgidas de la contienda que aún mantenían Satiria y Gehenna, formaban el Todo. Un desorden infinito, dominado por el odio y la contienda, que crecía y crecía, invadiendo la Nada, según todas estas fuerzas mantenían batalla los unos contra los otros, creando y destruyendo a placer. Formando maravillas y construyendo calamidades, luchando y alimentando las fraguas de la creación. Y este gran desorden tuvo por nombre Khaos, y con este, nació el Tiempo.

Y fue Khaos el campo de batalla de Satiria y Gehenna, que luchaban, debilitadas, con el objetivo de mantener su propia fuerza sobre la fuerza opuesta. El amor había desaparecido y sólo quedaba el sabor de la destrucción y del odio.
Satiria envolvió a Gehenna con toda su luz, y Gehenna quedó debilitada, casi muerta, sin poder reaccionar. La luz invadía todo Khaos y hacía todo visible, manchado por los rayos que iluminaban ahora la faz de lo conocido.
Gehenna parecía casi destruida, y para cuando Satiria calmó su ira, la oscuridad de Gehenna se ocultó en los rincones más inhóspitos de Khaos, reinando en los abismos. En los lugares donde Satiria y su luz no podían entrar.

El odio que alimentaba la batalla creacional, seguía siendo el incentivo de Satiria para buscar a Gehenna y destruirla, pero nunca pudo encontrarla, ya que, siempre que Satiria se acercaba, Gehenna se escondía.

Y fue Gehenna adquiriendo fuerza y poder, pero permaneció escondida, hasta que dominó todas las cavidades y grietas. Todos los abismos fueron suyos, y todo lo desconocido y oscuro fue en este tiempo reino de Gehenna. Todo lo frío, lo muerto, pertenecía a Gehenna, mientras que la superficie de Khaos y todo su brillo, pertenecían a Satiria.

Gehenna ganó tanto poder, que llegaba incluso a herir a Satiria cuando esta intentaba introducirse en los dominios oscuros, debilitándola e hiriéndola.

Y es por esto, que Satiria y Gehenna nunca desean encontrarse. Es por ello que una muere cuando la otra se acerca. Es por ello que el amor entre luz y oscuridad nuca pudo ser posible, y es por ello que el dolor del odio y de la pérdida separa el mundo conocido, Khaos, en aquello que pertenece a la luz, y los dominios de las tinieblas.


Y fue Khaos un universo desordenado y en batalla, dominado por luz y sombra por mucho tiempo, hasta el glorioso momento en que un Ser Soñante despertaría, y sus ideas y sueños con él, organizando todo Khaos y creando un orden, en el cual reinarían Satiria y Gehenna, iluminando y oscureciéndolo todo, produciendo calma y miedo, mostrando sus fortalezas y debilidades, hasta el fin de los tiempos.