jueves, 20 de junio de 2013

Looking for Angels

"Going through this life looking for Angels
People passing by looking for angels
Walking down the streets looking for angels
Everyone I meet looking for angels".

El joven Dekáro volvía de su duro día de estudios. Llega a su hogar, donde espera ser arropado por sus seres más cercanos, pero no encuentra en ellos sino miradas de desprecio. Se siente impregnado de un fuerte olor que repele a los demás y los hace odiarlo.

Corre hacia su refugio natural, desde que era pequeño: su habitación. Sin embargo allí sigue oyendo las voces que lo acusan por cosas que no ha hecho. Oye claramente las palabras “traidor”, “mentiroso” y “venenoso”, con tanta claridad que casi podía tocarlas según revolotean en derredor a su cabeza.
Dekáro rompe a llorar y se desmorona, y su pecho se comprime bajo la fuerza de un deseo latente: liberar toda esta tensión acumulada.
El joven arde por liberar toda su frustración, pero no encuentra medios, y sus propias fuerzas lo llevan a lo impensable, a lo tabú: herirse a sí mismo.

Dekáro deja escapar un largo suspiro, alzando la cabeza, y conforme vuelve a bajarla, abre los ojos y sus pupilas se dilatan, hasta llegar a un tamaño que invade prácticamente todo su iris.
En ese momento, recibe un puñetazo en su costado derecho, hiriendo una de sus costillas inferiores, pero no hay oponente contra el que esté luchando. Ese puño fue su propio puño.
En ese momento comienza una batalla consigo mismo. No espera la muerte, solo desea sufrir. Sufrir y que los demás sufran por verle así, ese es el castigo para todos.
Su mandíbula inferior absorbe una serie de impactos con los nudillos. Se golpea fuertemente, hasta que desde dentro de su propia boca surge un pequeño reguero de sangre.

Pero no es suficiente: su espalda está intacta

Recoge una vieja tabla de madera que una esquina de su habitación albergaba desde hace mucho tiempo. Ella se encargará de castigar la superficie de su cuerpo.
Mientras siente las mordeduras del dolor en su ser, un pensamiento invade su mente: “detente”.

- ¡NO VOY A DETENERME! ESTO DEBE SER ASÍ- grita Dekáro
- Cálmate, ¿quieres? Con esto no vas a conseguir nada – piensa el muchacho, sintiendo ya que la sangre ha brotado y recorre sus costados por detrás como si de sudor se tratara.

Nuestro personaje cae de rodillas al suelo, agotado y malherido.
Entonces dirige su mirada hacia el suelo y vislumbra las huellas que la sangre dejó al desprenderse de su piel.


Llora, como hace siempre. “hasta tu próxima agonía”, piensa. Es cuando deja de oír esa segunda voz en su cabeza, y repite, en voz baja: hasta mi próxima agonía.

¿Rallada o Reflexión?